Cuando te diagnostican una enfermedad seria, tendemos a pensar que todos los esfuerzos deben ir enfocados a recuperarnos lo antes posible o, al menos, a aprender a vivir con ella y sus tratamientos de la mejor forma posible. Pero durante el camino nos vamos dando cuenta que hay otras esferas de la vida a las que también hay que prestar atención. En algunos casos nada tendrán que ver con la enfermedad, pero en otros nos encontraremos con dificultades que están muy relacionadas con la vivencia de la enfermedad, como sucede con el tema que abordamos hoy, la economía de los im-pacientes y sus familias.
El poder adquisitivo de las personas que conviven con una enfermedad puede verse muy afectado por diferentes situaciones. Seguro que te sentirás reconocido en alguna o varias de ellas:
- Reducción de los ingresos, al estar cobrando una incapacidad laboral o al ser despedido en tu trabajo, por ejemplo. O, si tus ingresos dependen de lo que produzcas, probablemente se verán reducidos porque no estés trabajando al mismo ritmo de antes.
- Aumento de los gastos, por compra de medicamentos y otras herramientas que puedas utilizar para tu día a día, o a consecuencia de los traslados al hospital, por ejemplo.
Ante esta situación, ¿qué puedes hacer? ¿Cómo contrarrestar el impacto económico que produce la enfermedad? A continuación se dan una serie de consejos prácticos, y te animo a contar tu experiencia y compartir otras propuestas que consideres relevantes:
- Conoce tus derechos: el desconocimiento puede hacer que accedas a determinados servicios bajo pago cuando, en realidad, puedes conseguirlo de forma gratuita o recibir una compensación por el desembolso. A modo de ejemplo, tienes derecho a la segunda opinión médica (algunas personas pagan por ella en centros privados cuando es posible tramitarla gratuitamente a través del Sistema Nacional de Salud) o a acceder a los Consejos Genéticos si reúnes los requisitos (aunque hay muchas empresas privadas que lo ofrecen, está presente en casi todas las Comunidades Autónomas dentro del sistema público pudiendo acceder a través del centro de salud o el especialista). También podrás solicitar un reintegro de gastos por desplazamiento, ya abordado en este blog, para compensar traslados para pruebas diagnósticos o tratamientos fuera de la localidad habitual. Ante cualquier duda sobre tus derechos en el ámbito sanitario, puedes preguntar a tu equipo sanitario o en el servicio de Atención al Paciente de tu hospital o en el Centro de Salud.
- Ayudas públicas: En función de tu situación concreta, se puede valorar solicitar el reconocimiento de discapacidad que te dará acceso a una cartera de recursos que podrás encontrar aquí: http://guiadis.discapnet.es/. Puedes recibir más información en el centro de servicios sociales más próximo a tu domicilio, donde además podrás asesorarte sobre las prestaciones y servicios del Sistema para la Autonomía y Atención a la Dependencia (en caso de existir una situación de dependencia) así como acerca de otras ayudas económicas como la pensión no contributiva por invalidez (si no tienes acceso a la prestación por incapacidad laboral de tipo contributivo) o la renta mínima de inserción en caso de ingresos mínimos que no permitan cubrir las necesidades básicos. Llama al 060 para que te pongan en contacto con el centro que te corresponde y pide cita con el trabajador/a social. No olvides tampoco asesorarte sobre los subsidios de desempleo en la oficina de empleo, si has agotado la prestación contributiva.
- Investiga acerca de recursos existentes: ya sea a través de Internet, la asociación de pacientes o el trabajador social de tu hospital. ¿Qué tipo de recursos pueden existir?
- Pisos de acogida: donde poder alojarte si tu tratamiento requiere desplazarte a otra ciudad. Si no existe esta opción, habla con el personal del hospital de destino ya que habitualmente conocen pisos de alquiler reducidos ubicados cerca del hospital.
- Cesión de material de apoyo: existen asociaciones que te cederán gratuitamente, o a bajo coste, herramientas que mejorarán tu calidad de vida (muletas, colchones...)
- Acceso a servicios de rehabilitación
- Valora acudir a servicios profesionales gratuitos (o de menor coste): acudir a consultas privadas, de psicología o nutrición por ejemplo, es muy valioso ya que ofrecen una asistencia profesional, continuada y accesible. Pero existen alternativas si no dispones de recursos suficientes, como las asociaciones de pacientes, la asistencia ofrecida en el hospital o centro de salud, o incluso consultando a los colegios profesionales para saber si existen opciones para las personas con pocos recursos.
- Precaución con los negocios "turbios" y con los productos con escaso valor demostrado: Confía en el sentido común y, ante la duda, pregunta a tu médico.
La enfermedad puede afectar seriamente a la capacidad económica de los im-pacientes y sus familias, especialmente cuando hablamos de enfermedades crónicas que requieren la compra frecuente de fármacos y otros productos. El poco compromiso político que existe en este ámbito requiere que sigamos fortaleciendo las asociaciones de pacientes, denunciando y reclamando soluciones ante situaciones de injusticia, y fomentando la colaboración entre los ciudadanos para que podamos ayudarnos unos a otros, y procurar que la enfermedad no genere situaciones de exclusión social que podrían ser perfectamente evitables.